Buenos Baños. Bien Bonitos
Hace un par de días quedé convencido de que se puede conocer la ciudad por sus baños.
La cosa empezó cuando me tocó cubrir una reunión del Apra en Villa maría del triunfo, en una picantería. Retrocediendo en el tiempo, vale aclarar que venía con una currutela brava, producto de comer (más) sandía en estado dudoso, por lo que tuve que acercarme a pedir el baño.
El hueco en cuestión era eso: un hueco, su triplay en la puerta y un trapito colgando graciosamente de un clavo, que servía para asegurar el ambiente y cerciorarse de que los pericotes se quedaran dentro. Con uno. De fondo, mi tío Alan riendo a gritos, pidiendo un poquito más de cebolla pa' su chicharrón.
Quisieron los apus que de allí me tocará ir al Marriot (mi hotel favorito, esnobismos aparte) y nuevamente tuve que mandar un fax.
Parecía que entrré a otro país. Como baño, era idéntivo en estructura al de cualquier baño de hombres de digamos, un centro comercial, con urinarios y casilleros, pero algo no iba igual del todo. Olor a jazmines, puertas de caoba, toallas de tela. El colmo fue el cubículo. El papel estaba perfumado y doblado cual origami japonés. Un parlante personal dejaba escapar La Primavera, de Vivaldi y sólo faltaba el Condorito para que todo sea perfecto.
Felicidad total, aunque me quedó la duda si se podrán alquilar para pasar allí los fines de semana.
La cosa empezó cuando me tocó cubrir una reunión del Apra en Villa maría del triunfo, en una picantería. Retrocediendo en el tiempo, vale aclarar que venía con una currutela brava, producto de comer (más) sandía en estado dudoso, por lo que tuve que acercarme a pedir el baño.
El hueco en cuestión era eso: un hueco, su triplay en la puerta y un trapito colgando graciosamente de un clavo, que servía para asegurar el ambiente y cerciorarse de que los pericotes se quedaran dentro. Con uno. De fondo, mi tío Alan riendo a gritos, pidiendo un poquito más de cebolla pa' su chicharrón.
Quisieron los apus que de allí me tocará ir al Marriot (mi hotel favorito, esnobismos aparte) y nuevamente tuve que mandar un fax.
Parecía que entrré a otro país. Como baño, era idéntivo en estructura al de cualquier baño de hombres de digamos, un centro comercial, con urinarios y casilleros, pero algo no iba igual del todo. Olor a jazmines, puertas de caoba, toallas de tela. El colmo fue el cubículo. El papel estaba perfumado y doblado cual origami japonés. Un parlante personal dejaba escapar La Primavera, de Vivaldi y sólo faltaba el Condorito para que todo sea perfecto.
Felicidad total, aunque me quedó la duda si se podrán alquilar para pasar allí los fines de semana.
4 Comments:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Para baños, los extremos. Donde paran los buses de Tepsa camino a Arequipa, un restaurant de mala (y fea) muerte, una lucesita perdida en medio de la nada... "baje usté, el baño está al fondo a la derecha"... olvidan decirte que es terminando el canchón del fondo, un agujero en la *tierra* entre dos endebles paredes, con suerte no te caes dentro! Un SILO, señores, ESO ES CAGAR!!! :) (aunque prefiero eso que entrar al baño de los buses que tienen uno!!!)
Y para rematarla... los baños de avión, esos que de succionar todo te secan automáticamente que ni papel necesitas JAJAJAJA!!
Saludos, y que no te coja la diarrea en un bus!
- Carla
Bueno, en eso de viajar, de hecho creo que los hombres tenemos ventaja sobre las mujeres. Sólo necesitamos la llanta del bus o un arbolito màrtir y ya.
Pero insisto, el hombre traza su vida de acuerdo a los baños que ocupa. Un buen depòsito asegura una buena vida.
PD: Condorito rulz!
Sí pues. En esta carrera, amigo mío, en hueco hecho con lampa o en water de lujo traído de Europa. Saludos.
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