Yo
Sábado al borde de media noche regresé a casa desde la oficina, caminando. Un buen momento para pensar y me puse a reflexionar sobre las cosas que he hecho. He vivido realmente una buena vida?
A veces veo a la gente alrededor mía, más chiquillos, con el aura de inmortalidad que suelen tener los que toda su vida han comido a su hora y con cubiertos y pienso que se me pasa la vida y no hecho cosas para las que algún día me voy a sentir estúpidamente crecido para hacer.
No es que necesite haber tenido mil mujeres o vestirme con ropa "fashion" y reventarme 500 dólares en una farra, así que mientras caminaba por la avenida Pardo, empecé a hacer un recuerdo de las cosas que he hecho.
Un homenaje de mi para mi.
He viajado en submarino y aterrizado en portaaviones; he buscado narcos en vuelos rasantes de helicopteros y he encontrado entierros piratas en una isla.
He subido al Pastoruri en mula y he bajado por el Cañón del Pato en una balsa. Crucé el Qapac Ñam de madrugada y he bajado a cuevas vírgenes a rescatar fósiles de dinosaurio.
He acampado en un cementerio de dinosaurios y he dormido refugiado en un hoyo de murciélagos.
Me atrapó una Paracas escuchando a Vivaldi en el desierto y he navegado en alta mar con temporales.
Me han salvado la vida y quiero creer que yo he conservado unas cuantas donde deben estar.
Me han disparado y he curado heridas. He visto lo que el odio le puede hacer a un hombre y también el poder de la fé y de los milagros.
He desembarcado en un pantano de Nanay con marines paraguayos y he comido gusanos en la selva de Iquitos. He recorrido bares porteños buscando la cerveza perfecta y he hecho amigos de una noche.
He cantado en un baño a dúo con León Giecco, y me atreví a bailar axé con Brenda y Palomita.
Me dejé un lapicero en el asfalto fresco de la vía expres y un celular en el río Huallaga.
Desayuné pan con salchipapas con peones de construcción y he cenado en el Marriot rodeado de embajadores.
Apreté la mano de una mujer de 15 años mientras alumbraba a solas una nueva vida y he lavado de mis botas la sangre de un suicida.
He disparado una ametralladora antitanque y me he movido por campos minados.
He perseguido delincuentes en callejones y sacado perros de casas inundadas. Me he metido al Bolívar por la ventana, colgado de una cortina, y he salido en tanqueta de un mercado que se incendia.
Me han mordido los perros y he roto una cabeza.
He cerrado un bar de piso de aserrín con mis amigos y me he abrazado hasta las lágrimas anónimas por un gol en el estadio.
Sí, creo que ha sido una vida buena. Y toda mía.
Mis amigos creen que sólo me gusta meterme lápices en los oídos y babear mientras duermo. Y me alegro. Su recuerdo de mí es lo que de verdad soy. El otro sólo son mis memorias egocéntricas, que existen para mí nada más.
Cuando me muera, sólo quedará mi recuerdo. Y me gusta.
Ha sido una buena vida hasta el momento.
A veces veo a la gente alrededor mía, más chiquillos, con el aura de inmortalidad que suelen tener los que toda su vida han comido a su hora y con cubiertos y pienso que se me pasa la vida y no hecho cosas para las que algún día me voy a sentir estúpidamente crecido para hacer.
No es que necesite haber tenido mil mujeres o vestirme con ropa "fashion" y reventarme 500 dólares en una farra, así que mientras caminaba por la avenida Pardo, empecé a hacer un recuerdo de las cosas que he hecho.
Un homenaje de mi para mi.
He viajado en submarino y aterrizado en portaaviones; he buscado narcos en vuelos rasantes de helicopteros y he encontrado entierros piratas en una isla.
He subido al Pastoruri en mula y he bajado por el Cañón del Pato en una balsa. Crucé el Qapac Ñam de madrugada y he bajado a cuevas vírgenes a rescatar fósiles de dinosaurio.
He acampado en un cementerio de dinosaurios y he dormido refugiado en un hoyo de murciélagos.
Me atrapó una Paracas escuchando a Vivaldi en el desierto y he navegado en alta mar con temporales.
Me han salvado la vida y quiero creer que yo he conservado unas cuantas donde deben estar.
Me han disparado y he curado heridas. He visto lo que el odio le puede hacer a un hombre y también el poder de la fé y de los milagros.
He desembarcado en un pantano de Nanay con marines paraguayos y he comido gusanos en la selva de Iquitos. He recorrido bares porteños buscando la cerveza perfecta y he hecho amigos de una noche.
He cantado en un baño a dúo con León Giecco, y me atreví a bailar axé con Brenda y Palomita.
Me dejé un lapicero en el asfalto fresco de la vía expres y un celular en el río Huallaga.
Desayuné pan con salchipapas con peones de construcción y he cenado en el Marriot rodeado de embajadores.
Apreté la mano de una mujer de 15 años mientras alumbraba a solas una nueva vida y he lavado de mis botas la sangre de un suicida.
He disparado una ametralladora antitanque y me he movido por campos minados.
He perseguido delincuentes en callejones y sacado perros de casas inundadas. Me he metido al Bolívar por la ventana, colgado de una cortina, y he salido en tanqueta de un mercado que se incendia.
Me han mordido los perros y he roto una cabeza.
He cerrado un bar de piso de aserrín con mis amigos y me he abrazado hasta las lágrimas anónimas por un gol en el estadio.
Sí, creo que ha sido una vida buena. Y toda mía.
Mis amigos creen que sólo me gusta meterme lápices en los oídos y babear mientras duermo. Y me alegro. Su recuerdo de mí es lo que de verdad soy. El otro sólo son mis memorias egocéntricas, que existen para mí nada más.
Cuando me muera, sólo quedará mi recuerdo. Y me gusta.
Ha sido una buena vida hasta el momento.
6 Comments:
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Por casualidad no eres Rafo Leon? :D
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Me encanta, me aloca, me fascina mi yo. Ya en serio, lo de Rafo León, creo que solemos tener algunas diferencias, aunque ya llega mi programa propio, jajaja.
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