Dios está en la terraza
Por alguna cosa rara, se me vino a la mente un recuerdo viejo, viejísimo.
Esto debe ser de cuando paraba en brazos de mi mamama, o sea, la abuela. A veces me quedaba a dor ir en su casa, y por las noches me sacaba al patio para que me despidiera de "papa lindo" hasta el día siguiente.
Ella señalaba al cielo y me decía, " a ver, dile chau a papa lindo". Yo debo haber tenido unos 2 o 3 años, y recuerdo que levantaba la cabeza y veía la terraza de tejas rojas que tenía la vecina que vivía en la casa del segundo piso de mi mamama. Y por esos engranajes que funcionan en la cabeza de los niños, pensé que allí estaba papa lindo.
O sea, no que viviera EN la terraza, si no que papa lindo, quien quiera que haya sido el tubérculo al que se refería la abuela (para un niño de esa edad, ajeno a los misticismos, papa es puré y lo de género y número se la trae muy suelta) , ERA el conjunto de tejas rojas.
Así que yo hacía como que me despedía, la mamama sonreía, tapaba sus canarios y me iba a tomar mi leche con pan con mantequilla mientras preparaban mi cama. Luego me enteré que papa lindo era Dios y entonces como que se formó en mi la primera imagen de El, un enorme techo rojo pegado al cielo, que sobresalía de la terraza del vecino.
Hasta el día de hoy, las pocas veces que ya voy donde la mamama, salgo al patio y por acto reflejo miro la terraza (que sigue allí) y me persigno, sin caer en cuenta de lo que hago hasta que el pulgar llega a la boca.
Quería rematar la historia de alguna forma, pero francamente no recuerdo si le rezaba o no a las tejas rojas que hacían sombra en el patio de los canarios.
Esto debe ser de cuando paraba en brazos de mi mamama, o sea, la abuela. A veces me quedaba a dor ir en su casa, y por las noches me sacaba al patio para que me despidiera de "papa lindo" hasta el día siguiente.
Ella señalaba al cielo y me decía, " a ver, dile chau a papa lindo". Yo debo haber tenido unos 2 o 3 años, y recuerdo que levantaba la cabeza y veía la terraza de tejas rojas que tenía la vecina que vivía en la casa del segundo piso de mi mamama. Y por esos engranajes que funcionan en la cabeza de los niños, pensé que allí estaba papa lindo.
O sea, no que viviera EN la terraza, si no que papa lindo, quien quiera que haya sido el tubérculo al que se refería la abuela (para un niño de esa edad, ajeno a los misticismos, papa es puré y lo de género y número se la trae muy suelta) , ERA el conjunto de tejas rojas.
Así que yo hacía como que me despedía, la mamama sonreía, tapaba sus canarios y me iba a tomar mi leche con pan con mantequilla mientras preparaban mi cama. Luego me enteré que papa lindo era Dios y entonces como que se formó en mi la primera imagen de El, un enorme techo rojo pegado al cielo, que sobresalía de la terraza del vecino.
Hasta el día de hoy, las pocas veces que ya voy donde la mamama, salgo al patio y por acto reflejo miro la terraza (que sigue allí) y me persigno, sin caer en cuenta de lo que hago hasta que el pulgar llega a la boca.
Quería rematar la historia de alguna forma, pero francamente no recuerdo si le rezaba o no a las tejas rojas que hacían sombra en el patio de los canarios.
3 Comments:
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Qué iiindas, como hermanitas.
Despierta la magia del blog que hay en tí...
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