Nombre: Gastón
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

miércoles, 26 de marzo de 2008

La hija del fusilado

Por el bulevar de los sueños rotos
moja una lágrima antiguas fotos.
Y una canción, se burla del miedo.
Joaquín Sabina Por el bulevar de los sueños rotos



No sé porqué pero cuando la vi, sentí que tenía que hacer algo. No sé muy bien exactamenbte qué, pero algo tenía que hacer. Halgo tenía que hacerse. Vaya por delante que se trata de un videoclip. Un video de Joaquín Sabina, concretamente "Por el bulevar de los sueños rotos"; es decir, mi angustia nace de una ficción, cosa que por demás no tiene nada de extraño.

Homenaje a Chavela Vargas, el video está ambientado en la revolución mejicana, así que ya se lo podrán imaginar ustedes, público culto y sensible, de qué va el tema. Imágenes en blanco y negro, pueblitos miserables en el desierto y muchas réplicas de Pancho Villa, con los bigotazos y el sombrerote, los cartuchos cargados a la bandolera sobre la camisa blanca. Y los perdedores, por supuesto. Los fusilados. A los que ponen contra el paredón y a la orden de un oficial (eso supongo porque lleva pistola) los despachan sin más.

Pero la niña. Dirán qué tiene qué ver la niña, de unos diez años allí. Esa es la cosa. Ella mira hacia los 4 condenados, a través de las mujeres y ancianas de luto, más allá incluso del hombre -padre? hermano?, son jóvenes los fusilados- que pide clemencia por los perdedores. La escena es el prólogo del video, todo corre en silencio y como les decía, no son ni 10 segundos. La niña en cuestión ni siquiera mira a la cámara ni establece ese vínculo de complicidad o atención con el espectador -como lo hace por ejemplo, el pequeño judío polaco que se llevan las SS en el gettho de Varsovia, una foto famosa, el niño con gorra, aterrado y manos en alto, imitando al resto de su familia y amigos por todos lados, frente a los fusiles.

Y bueno, eso es todo. El video corre otros 4 minutos, los cadáveres de los cuatro hombres -cada uno enfrentó la muerte de manera diferente, quedn como telón de fondo a la protagonista y Sabina y no pasa nada más. Pero para mí la chiquilla seguía allí. Es así supongo, como asaltan los fantasmas. de la nada, de una ficción, o de un recuerdo (el niño polaco) de algo que pasó hace 60 años.

No les ha pasado a ustedes. Digo, asociación libre de ideas, pero de cosas trágicas, que angustian. de esas que llegan de noche cuando uno está dormido. Hace mucho, mucho que no veo un muerto de cerca. Y hace mucho también que no tengo de esas malas sorpresas nocturnas. Pero a veces, por esas extrañas cosas del cerebro, te sale una sorpresa como esta. Una niña, vamos, una pequeña actriz en realidad, que le dijeron, okey, tú te paras aquí y cuando digan acción, miras a esos hombres y te tapas la cara como llorando. nada más, mamita.

Todavía me acuerdo cuando en el colegio nos mandaron a leer el diario de Anna Frank, "pensé que era verdad" y me daba mucha pena la niña, que además tenía la misma edad que sus lectores. Me consolaron diciendo que era todo un cuento, una novela, y yo me la creí y me sentí medio tonto por "creer que era verdad". El sorpresón me lo llevé años después, porque eso de ser un escolar sin internet, no como los renacuajos de ahora, a principios de los 90 era una real huevada. Imagino que allí nació la historia de mis huecos en el estómago, independientemente que se tratara de una historia real-que creía real-que me dijeron que era falsa- pero que era real al final.

Igual allí está la niña y allí estaban los fusilados. Pero como ninguno está allí en realidad, mejor apago la computadora. Hay días en que ni yo mismo me entiendo.

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