Lima se lleva en la barriga (segunda parte)
¡A comerrr! Miguel "el Chato" Barraza
A pedido de los estómagos de la hinchada -y de los que tienen el estómago hinchado, que no deben ser pocos- aquí va la segunda parte del correo que me mandaron acerca de las maravillas culinarias de nuestra ciudad.
Como siempre, haré mi humilde aporte en cursivas por si algo me llama la atención. Y me voy, dejando una pregunta en el aire, arrepentido de tener que despedirme de tanto sitio por una temporada, mientras se me sanan las cañerías internas. Y tú, dónde has ido a comer últimamente?
Lima engorda (segunda parte)
Si es cierto que para comer buenas carnes hay que irse hasta Argentina, también es verdad queEl Hornero da la pelea honrosamente. Allí también La Carreta y El Rincón Gaucho (sí, todavíoa existe y sus olores me llevan a cuando tenía 5 años), aunque ninguna,ninguna se compara a las parillas que hacía Carlitos achicharrándose el estómago.
La mejor pasta que he comido fueron los tallarines verdesque preparaba mi madre pero, ahora sin ella, hay que ir a La Trattoria di Mambrino (nada, los fideos rojos de satrén que hace mi padre pasarán de genración en generación... no existe nada tan seco, ni el pan con galleta), lugar imperdible donde los dueños (Sandra y Hugo) atienden de maravillas (aunque Hugo no perderá la ocasión de hacerte brindar con un vino 'buenísimo' y caro (eso es una pendejada rayana en lo ilegal), no importa, los ravioles rellenos de camote justifican la cuenta). Donatello (en la Encalada) es un clásico y allí, Rosa María y Lalo, hacen pasar a sus clientes momentos extraordinarios con platos de antología. Sin
embargo, también hay otros lugares célebres como el San Seferino (san Cefe! donde los platos cobran vida y te saludan) o Don Vito (del cual huimos alguna vez mis amigos y yo en la adolescencia cuando vimos los precios y nuestras magras propinas no alcanzaban para ese lujo).
Si de Pizzas se trata, está el inolvidable, Don Rosalino, en la siempre socorrida y polémica 'calle de las Pizzas'; o, más de postín, se pueden probar las novedades de Antica o la deliciosa pizza 'al pesto' de La Linterna (la piza de galleta, es rica, pero necesitas muuuucha chicha para acabarla, jajaja) (junto con una fresca ensalada de berros).
Para visitar cafeterías también Lima tienen lo suyo. Mi favorita es el Café-Café, donde me siento como en mi casa y donde Alberto está siempre dispuesto a satisfacer a los molestos clientes (como
yo) con los platos que se nos antojan (estén o no en la carta). Después, tenemos La Baguette (por gracia de Lore, mis kilos de peso se los debo a sus quiches y "esas" galletitas"), con un pan delicioso, y La Bomboniere, con una canastilla de sanguchitos para el lonche que son un pecado. Ahora hay tantas y tan buenas que en la carrera de las cafeterías no se quedan muy atrás ni la San Antonio (el mil hoja de fresas con crema chantilly) ni Bocatta (sus helados), ni Delicass (sus desayunos), ni T'anta (con platos tan exquisitos que ellos podrían alegar que son un restaurante, o si no me remito a los anticuchos shuller o al lomo saltado).
Claro que si se trata de una exquisitez, de una rareza, de darse una molestia por algo singular, es imposible dejar de ir a comer los dulces incomparables (torta de profiteroles, relámpago de lúcuma) de Italo, allá, medio perdido, en Magdalena (sííí, quedaba por mi casa, el italiano mago de la crema chantilly) (en febrero no atiende). No sé si aún seguirá Lucho en San Miguel, una esquina cualquiera a dos cuadras del parque de la medialuna, pero la crema volteada de allí, servida por la incomparable Dorita, no tenía competencia.
Para sánguches, La Rueda (siempre que los prepare Zósimo -hay que decirle que somos recomendados 'de pepito'-) o El Peruanito en Miraflores o Macarios en Surco o el Palermo (donde también hay una leche asada muy buena, como las de antaño). Aguante, aquí faltan los sánguche de El Campesino, en Surco, que hace delivery; el Tejadita, que era (es) una puertita misia en Barranco, y por supuesto, La Pava, que cualquier cosa con salsa de acxeitunas y honey mustard queda de la PM y queda ademàs en la esquina de mi casa, jeje) La novedad es un lugar moderno llamado Pasquale Hermanos (pasé por allí y me comí un pan con chicharrón, pero aún está lejos del sabor de los de Mala; es que eso de 'sánguches medio gourmet' no me convence, es como comer pollo a la brasa con cubiertos de plata cuando todos sabemos que se disfrutan mejor apeándose, con la mano). Si le exijo a mi memoria, recordaré que los mejores sánguches que probé alguna vez fueron los de esa esquina en el Centro de Lima, cerca del jirón Quilca, donde iba con mi papá (diabético precavido) cada cuatro o seis meses a hacernos (y hacerse) exámenes de sangre con el doctor Ordoñez (el sánguche era el premio por la mañana de ayuno y el lugar tenía un encanto especial, siempre lleno, siempre apurados los que atendían en la barra, esa barra donde uno pedía y pagaba y comía acomodándose
donde pudiera teniendo de telón de fondo un mostrador donde se hallaban expuestos, con sus carnes doradas, docenas de pavos horneados, jugosos y listos para ser tasajeados por el sanguchero).
Aguanta de nuevo! Protesto, señor juez! Y el Queirolo, y los panes con jamón serrano y azúcar que sirven en El Cordano, con café con leche. Y el "pan con muerto" del mercado de Magdalena. LAs totstaditas con matequilla de El Haití? Hum, tendré que averiguar quién escribió esto y hacerle mi propia aventura culinaria.
Eso sí, si se trata de acompañar el sánguche de los más deliciosos jugos de frutas que jamás se han hecho en Lima, no se puede dejar de ir a Las Delicias a tomarse un celestial jugo de mandarina con granadilla acompañado de un sánguche de lomito con palta o a disfrutar un sánguche de pollo y mayonesa maridado con un juego de lúcuma bien frío.
Ah, ¡la lúcuma! Si algo tiene Lima que nadie más tiene, es una oferta interminable de helados de lúcuma, esa fruta sagrada que crece en el Perú y en el norte de Chile, esa fruta única, de sabor inconfundible y radical que solo acepta fanáticos irrecuperables como yo. Antes que cualquier otro, un helado D`Onofrio de lúcuma (que no tiene nada que ver con el sabor original de la fruta pero que es el gusto con el que crecimos todos los peruanos que asaltábamos la carretilla del heladero que pasaba por nuestras calles y parques haciendo sonar esa inconfundible bocina), y luego,
claro, podemos ir a una de esas heladerías maravillosas que hay en la ciudad. ¿Las mejores?, el Quatro D y Laritza. No obstante, es necesario dejar claro que nadie ha comido un verdadero helado de lúcuma si es que no ha pasado por el kilómetro sesentaitantos de la carretera al sur y ha parado en Chilca, junto a ese kiosquito que dice 'Helados> Ovni' (descubrí maravillado que los venden el Wong del Ovalo Gutiérrez!), tan deliciosos que solo pueden competir con el nostálgico zambito de lúcuma del TipTop (donde también es imprescindible comerse una tiptorella (media porción a 10 soles con 90) acompañada de un milshake de lúcuma).
En fin, Lima engorda, deliciosamente, pero> engorda.
A pedido de los estómagos de la hinchada -y de los que tienen el estómago hinchado, que no deben ser pocos- aquí va la segunda parte del correo que me mandaron acerca de las maravillas culinarias de nuestra ciudad.
Como siempre, haré mi humilde aporte en cursivas por si algo me llama la atención. Y me voy, dejando una pregunta en el aire, arrepentido de tener que despedirme de tanto sitio por una temporada, mientras se me sanan las cañerías internas. Y tú, dónde has ido a comer últimamente?
Lima engorda (segunda parte)
Si es cierto que para comer buenas carnes hay que irse hasta Argentina, también es verdad queEl Hornero da la pelea honrosamente. Allí también La Carreta y El Rincón Gaucho (sí, todavíoa existe y sus olores me llevan a cuando tenía 5 años), aunque ninguna,ninguna se compara a las parillas que hacía Carlitos achicharrándose el estómago.
La mejor pasta que he comido fueron los tallarines verdesque preparaba mi madre pero, ahora sin ella, hay que ir a La Trattoria di Mambrino (nada, los fideos rojos de satrén que hace mi padre pasarán de genración en generación... no existe nada tan seco, ni el pan con galleta), lugar imperdible donde los dueños (Sandra y Hugo) atienden de maravillas (aunque Hugo no perderá la ocasión de hacerte brindar con un vino 'buenísimo' y caro (eso es una pendejada rayana en lo ilegal), no importa, los ravioles rellenos de camote justifican la cuenta). Donatello (en la Encalada) es un clásico y allí, Rosa María y Lalo, hacen pasar a sus clientes momentos extraordinarios con platos de antología. Sin
embargo, también hay otros lugares célebres como el San Seferino (san Cefe! donde los platos cobran vida y te saludan) o Don Vito (del cual huimos alguna vez mis amigos y yo en la adolescencia cuando vimos los precios y nuestras magras propinas no alcanzaban para ese lujo).
Si de Pizzas se trata, está el inolvidable, Don Rosalino, en la siempre socorrida y polémica 'calle de las Pizzas'; o, más de postín, se pueden probar las novedades de Antica o la deliciosa pizza 'al pesto' de La Linterna (la piza de galleta, es rica, pero necesitas muuuucha chicha para acabarla, jajaja) (junto con una fresca ensalada de berros).
Para visitar cafeterías también Lima tienen lo suyo. Mi favorita es el Café-Café, donde me siento como en mi casa y donde Alberto está siempre dispuesto a satisfacer a los molestos clientes (como
yo) con los platos que se nos antojan (estén o no en la carta). Después, tenemos La Baguette (por gracia de Lore, mis kilos de peso se los debo a sus quiches y "esas" galletitas"), con un pan delicioso, y La Bomboniere, con una canastilla de sanguchitos para el lonche que son un pecado. Ahora hay tantas y tan buenas que en la carrera de las cafeterías no se quedan muy atrás ni la San Antonio (el mil hoja de fresas con crema chantilly) ni Bocatta (sus helados), ni Delicass (sus desayunos), ni T'anta (con platos tan exquisitos que ellos podrían alegar que son un restaurante, o si no me remito a los anticuchos shuller o al lomo saltado).
Claro que si se trata de una exquisitez, de una rareza, de darse una molestia por algo singular, es imposible dejar de ir a comer los dulces incomparables (torta de profiteroles, relámpago de lúcuma) de Italo, allá, medio perdido, en Magdalena (sííí, quedaba por mi casa, el italiano mago de la crema chantilly) (en febrero no atiende). No sé si aún seguirá Lucho en San Miguel, una esquina cualquiera a dos cuadras del parque de la medialuna, pero la crema volteada de allí, servida por la incomparable Dorita, no tenía competencia.
Para sánguches, La Rueda (siempre que los prepare Zósimo -hay que decirle que somos recomendados 'de pepito'-) o El Peruanito en Miraflores o Macarios en Surco o el Palermo (donde también hay una leche asada muy buena, como las de antaño). Aguante, aquí faltan los sánguche de El Campesino, en Surco, que hace delivery; el Tejadita, que era (es) una puertita misia en Barranco, y por supuesto, La Pava, que cualquier cosa con salsa de acxeitunas y honey mustard queda de la PM y queda ademàs en la esquina de mi casa, jeje) La novedad es un lugar moderno llamado Pasquale Hermanos (pasé por allí y me comí un pan con chicharrón, pero aún está lejos del sabor de los de Mala; es que eso de 'sánguches medio gourmet' no me convence, es como comer pollo a la brasa con cubiertos de plata cuando todos sabemos que se disfrutan mejor apeándose, con la mano). Si le exijo a mi memoria, recordaré que los mejores sánguches que probé alguna vez fueron los de esa esquina en el Centro de Lima, cerca del jirón Quilca, donde iba con mi papá (diabético precavido) cada cuatro o seis meses a hacernos (y hacerse) exámenes de sangre con el doctor Ordoñez (el sánguche era el premio por la mañana de ayuno y el lugar tenía un encanto especial, siempre lleno, siempre apurados los que atendían en la barra, esa barra donde uno pedía y pagaba y comía acomodándose
donde pudiera teniendo de telón de fondo un mostrador donde se hallaban expuestos, con sus carnes doradas, docenas de pavos horneados, jugosos y listos para ser tasajeados por el sanguchero).
Aguanta de nuevo! Protesto, señor juez! Y el Queirolo, y los panes con jamón serrano y azúcar que sirven en El Cordano, con café con leche. Y el "pan con muerto" del mercado de Magdalena. LAs totstaditas con matequilla de El Haití? Hum, tendré que averiguar quién escribió esto y hacerle mi propia aventura culinaria.
Eso sí, si se trata de acompañar el sánguche de los más deliciosos jugos de frutas que jamás se han hecho en Lima, no se puede dejar de ir a Las Delicias a tomarse un celestial jugo de mandarina con granadilla acompañado de un sánguche de lomito con palta o a disfrutar un sánguche de pollo y mayonesa maridado con un juego de lúcuma bien frío.
Ah, ¡la lúcuma! Si algo tiene Lima que nadie más tiene, es una oferta interminable de helados de lúcuma, esa fruta sagrada que crece en el Perú y en el norte de Chile, esa fruta única, de sabor inconfundible y radical que solo acepta fanáticos irrecuperables como yo. Antes que cualquier otro, un helado D`Onofrio de lúcuma (que no tiene nada que ver con el sabor original de la fruta pero que es el gusto con el que crecimos todos los peruanos que asaltábamos la carretilla del heladero que pasaba por nuestras calles y parques haciendo sonar esa inconfundible bocina), y luego,
claro, podemos ir a una de esas heladerías maravillosas que hay en la ciudad. ¿Las mejores?, el Quatro D y Laritza. No obstante, es necesario dejar claro que nadie ha comido un verdadero helado de lúcuma si es que no ha pasado por el kilómetro sesentaitantos de la carretera al sur y ha parado en Chilca, junto a ese kiosquito que dice 'Helados> Ovni' (descubrí maravillado que los venden el Wong del Ovalo Gutiérrez!), tan deliciosos que solo pueden competir con el nostálgico zambito de lúcuma del TipTop (donde también es imprescindible comerse una tiptorella (media porción a 10 soles con 90) acompañada de un milshake de lúcuma).
En fin, Lima engorda, deliciosamente, pero> engorda.
10 Comments:
Tamales!
Lima engorda como su jerga, a veces parece q los peruanos pensamos en comida, comida, comida... y lo dice nuestra forma de hablar.
Respondiendo a la pregunta, hay un chino por el Metro de Emancipación, del Centro de Lima, él te vende combinadados, no de 7, pero de hasta 4 colores, con tu pan fraces grandote, tu vaso de chicha o café... suculento!! ahí fui a comer este último fin de semana...
Saludos :)
Yo vi un 7 colores a luca con china...
*ÑAAAAAAAAAMMMMMMMMM*
Lo que más echo de menos de Lima es su comida. (A veces más que a mi family... *shhhh*)
Yo al último restaurante que fuí en Lima fue al Hikari's a comerme un Pollo a la Brasa. Y aquí a comer Kebabs...
ya me diò hambre...
¿allà tambien comen tamales y chicharròn? mmmhhh... ¿seràn lo mismo que acà?
¡Buen provecho y felices vacaciones Gastòn!
Tamales, señoritas, o en tu caso, Carlo, se-ño-ra. S{i, son los mismos tamales los peruanos que los mejicanos.
Pasta de maiz con un poco de mani, y de carne, algo de pollo o cerdo. POcas cosas mas ricas que un desayuno que incluya un tamal con salsa criolla.
Y si, en 3 dias me voy de vacaciones.
Que rico es comer en Lima!
Pero hay que saber donde comer y esos rincones escondidos son lo mejor. Gracias por la buena lista,seguiré tu recorrido culinario,aunque sea prestado.
Adriana.
Claro, Adriana. Esa es la intención, hacer un recorrido. Lo que es nosoros, planeamos una pronta incursión barranquina a los sanguches de la tía Alicia.
Gaston, me da miedo esta parte de tu post:
"Sin embargo, también hay otros lugares célebres como el San Seferino (san Cefe! donde los platos cobran vida y te saludan)"
Ojo a mi me gusta la vida en mis amigos pero no en mi comida (jamas olvidare una empanada en ayacucho que tenia hongos... los matamos con 1/2 botella de anisado cada uno)
Nada como el higado frito con sus tallarines verdes en la azotea de Polvos Azules o el saltado de vainitas de la tia charo en el mercado de Jesus Maria! aaaaaaaaahhhh que nostalgia
Jajajaja, noooooo Rita, San Cefe es un restaurante bien bonito, en realidad. Lo de cobrar vida es porque sirven la comida gigante, casi nunca la puedo acabar (casi, eh)
Te sirven digamo, filete de pez espada, y parece que fuera todo el bicho, menos la espada. Muchas gracias por la preocpación, me has hecho acordar a las rathamburguesas de la universidad, que se ahogaban con el vaso de chicha que te daban.
Clasicas esa hamburguesas de la UNMSM^%$#&, tio! Las populares 'RATDONALDS", no? Si no tomabas tu vasito de chicha sucia antes que te empiecen a aranhar la gargantita, el porvenir era funesto...
Me ha hecho reir ese recuerdo. Larga vida a la tia de las hamburatas! (porque los comensales ya fueron).
J
En el supermercado MINKA en la av. argentina, hay un stand Venecia, se come alli RIQUISIMO un helado de lucuma, lo recomiendo.
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