Chocolate, pavo y cuetes
Cuando miras atrás recuerdas a tu padre, a tu tío y a un par de vecinos adultos reunidos en torno a las cajas recién abiertas, cigarrillos humeantes en la boca, de rodillas en el suelo, montando el tren eléctrico con tanto entusiasmo como si se lo hubieran traído a ellos, y no a ti.
Arturo Pérez-Reverte (Trenes rigurosamente olvidados)
Y para mí, mas o menos, esos son los primeros recuerdos que tengo de la navidad. Es más, se parece bastante. Con mi tio y mi papá viendo cómo armar la pista de carritos de carrera -uno azul y otro naranja- que nos había regalado Papá Noel a mis hermanos y a mi. Pero de eso hace ya mucho tiempo. Tanto que quizá pueda ser hace 25 años. Y ahora las cosas han cambiado un poco; pero de esos recuerdos guardo todavía la asociación de la navidad a tres olores básicos. Así como dicen que ceviche que no pica no es ceviche, para mí la navidad debe tener tres olores específicos, o no es navidad.
Primero, tiene que oler a pavo horneado. Eso sin discusión alguna. El calor de la coina para esa oportunidad en que el horno se queda prendido hgoras de horas. La carne que va soltando su juguito mientras tu madre te grita que te alejes, que te vas a quemar. O ya avanzando un poco en edad, que te vayas viendo si el bicho en cuestión ya está. Y luego, ahhh, el olor del ají colorado y la piel tostada del interfecto. Listo para ser cortado concienzudamente.
Segundo, es obligatorio que huela a chocolate caliente. No se si le pasará al resto, pero a mí, cuando se me ocurre preparar chocolate en agosto, que es cuando se debería preparar en realidad, el olor a canela y cacao o de lo que esté hecho el chocolate que viene misteriosamente en polvo ahora, hacen que se despierte el toribianito antes de tiempo. San José era un poco taba con sus gustos, lo que tenía que estar dulce era el chocolate, no la sopa, tío, a ver si no mezclamos receteas la próxima. Qué rico es el chocolate, humenate, en esas jarras gigantes con motivos navideños que más parecen macetas que tarros, pero que hacen que uno repita sólo una o máximo 2 veces de la olla.
Finalmente, el olor a pólvora. Sí, la pólvora, los cuetes siempre los he tenido asociados a la navidad, tanto, que en una de las primeras balaceras a las que fui, le comenté a Pantera, viejo fotógrafo, oye, huele como a Navidad, no? Pólvora, panterita, me dijo el viejo, y uno, claro, que ha crecido a salvo de todo eso jugando con su pelota en la pista, piensa, ah manya, pólvora. O sea cuetes.
En resumen, pavo, chocolate y pólvora. Y los últimos años la cosa se ponía difñicil con esto último, pero esta vez logré agenciarme unas cuantas "luces" y fuegos artificiales, conseguidos por la legal en una feria pirotécnica, también legal. Y allí estaba con mis hermanos, en la azotea del depa del G2, quemándonos los dedos con los malditos volcacillos que no encendían, y las baterías a las que no les encontrábamos la mecha.
Podría haber hablado de cosas tristes, de corte social y de mucho compromiso, pero esta vez no tenía muchas ganas. Todavía me queda algo del espíritu festivo. Y luego vendrán los hijos y los hijos de los hijos. Pobre de ellos que no quieran tomar chocolate con 30 grados de temperatura en diciembre.
6 Comments:
El pavo -y por lo tanto su olor- no me gustan, pero aún así, también me hacen recordar la navidad. El chocolate podría tomarlo todos los días con panetón -así mismo Fujimori- y sobre los cohetes, desde que los prohibieron no he vuelto a reventar ninguno -así que eramos los únicos monses del barrio que solo mirábamos como el resto de vecinos reventaba hasta mamaratas-
Genial, los olores de la navidad. Podríamos crear un perfume con olor a pavo, chocolate y pólvora, se vendería como mamarratas. Saludos, feliz navidad.
¡Vaya!, navidad en otra tierra. Acá huele a pino y a carne, no necesariamente a pavo.
Me ha transportado a su relato Don Gastón.
Que tenga un muy buen año, suerte.
Saludos.
nada como los cohetes en toda la ciudad desde mi techo aqui en arequipa, con un cigarrito y lso recuerdos los receurdos los receurdos...
tienes toda la razon, Gastoncillo... a veces los olores son mas poderosos que las imagenes para transportarnos o ubicarnos en tal o cual tiempo o evento.
Cada una de las fiestas tradicionales de acà tienen unos aromas particulares que me hacen recordarlas aun cuando no sea la temporada:
olor a chocolate y rosca en noche de Reyes, a tamales y atole de fresa en dia de la candelaria, a manzanilla, cirios e incienso en semana santa, a pozole (platillo tradicional) y polvora en fiestas patrias, a flores de cempazuchitl, frutas, incienso y copal (corteza y resina de arbol aromatico) en dias de muertos y la Navidad huele a las frutas con que se llenan las piñatas, a ponche calientito hecho con cañas, tejocotes, guayabas, manzanas y canela entre otras cosas, a pino (a veces, porque muchos prefieren los arboles artificiales) a veces a pavo, otras veces a bacalao o romeritos con mole... ¡y claro, tambien a la polvora de los cuetes!
Feliz año, Gastòn, que tus fiestas hayan sido muy alegres en compañia de tus seres queridos y que el 2008 te traiga nuevos retos y muchas satisfacciones.
Es maravilloso ver cómo a través de la distancia, nos podemos conectar y ser tan parecidos. Revisaba el post (debo corregir algunos gazapos del teclado) y veo que primero la comida y bebida. Y es que para mí, celebrar es comer.
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