D&D d20 3.5

Oh, sí, volvimos a las andadas. Bueno, algunos, la cosa es que estamos y nos reconocemos tras las apariencias fieras.

Tenemos a un tipo vestido como Obi Wan Kenobi, pero con peinado afro, y un colmillo que nace en la quijada y amenaza con metenrse en sus narices. Está el enano rechoncho y renegón, una máquina simple de machacar, ya saben, tu carga nomás chochera, que es en línea recta y sólo hay que pegarle a lo que está al final. Mi cáusula de toda la vida, a este me lo sé de memoria: una katana, cara de dueño de sushi bar y la idea de que si lleva un arma y no está de tu lado, mejor le metes una sacudida. Y quedo yo, pes, un tipo con trenzas en las patillas y mentalidad de Thundercat que puedo... pera, cómo que NO puedo hacer una imposición de manos, bueno pues, se la debo al abuelito muerto.

Y allá vamos, un grupo que parece escapado de un freak show, dispuestos a hacer cumplir la máxima del aveturero. Para que morir por tu causa, si puedes hacer que ellos mueran por la suya.

Yep, volvimos al buen deide. Nos embarcamos los más viejos a enseñarles a jugar a los más nuevos; y a ver si la próxima llegamos todos temprano, y no floreamos la fuga sin tapar todos los huecos (te vendieron jodido en el otro blog, chino, nos la debes), y compramos más gaseosa, y más helado, y pedimos unas pizzas, y aprendemos de una puñetera vez qué es un licántropo.

Qué, ustedes también notaron que no tenemos mago, ni clérigo para espantar zombies, ni ladrón para abrir cerraduras, ni padre ni madre ni gnoll que nos ladre. Mehh, esos son detalles. Volvió el rico vicio. Nenas, evitar ESOS comentarios. Sip, usted la del rodillo en la mano, también.