Lux in Tenebris
No he querido escribir sobre lo que me tocó ver en Ica apenas regresé de allá, por un simple ejercicio de higiene mental. Cualquier cosa que hubiese escrito los primeros días apenas regresado, habrían tenido enfermizamente repetidas palabras de las que no me quiero acordar. Como le decía a mi madre, que me preguntó porqué no llevé conmigo mi cámara viajera, hay recuerdos que simplemente no quiero tener.
A lo que iba, es que justamente el estar en Lima, y los contrastes con la destrucción allá (y eso que llegué a los 5 días, y no a Pisco) me hícieron ver la ciudad de manera diferente. Veamos. Con anterioridad, sólo había escuchado comentarios similares de personas que habían estado presas y luego se maravillaban de pequeños detalles. A mí me pasó lo mismo. Me refiero, y fue lo que me llamó más la atención, a salir de noche a una ciudad con luz. Y créanme, luz, igual que agua, significa vida.
La luz significa que hay parejas tomando café en una terraza en la calle, que los semáforos ordenan el tránsito, que los autos no són sólo monstruos ruidosos con dos bolas amarillas en la noche. Todo eso significa la luz ahora. Signific que hay ruido en las calles, alegría, la certeza -falsa- de que nada malo te podrá pasar ni que el mundo se te vendrá encima en cualquier momento, o más concretamente, no se abrirá a tus pies.
La primera impresión que me llevé del terremoto, no fue ver casas deshechas o gente durmiendo en las calles. Fue llegar al aeropuerto militar (donde me esperaba Lore para ser relevada) y ver que Pisco era un hoyo. Desde el cielo, sólo se adivinaba una negrura infinita a las nueve de la noche, salpicado por algunos puntitos naranjas, allí donde había un grupo electrógeno, trabajaba una cuadrilla de rescate, o enfocaba la lamparita de un camarógrafo.
En Ica, pese a que trabajaba casi siempre de día, cuando se iba el sol, la ciudad tomaba un cariz diferente, y con el equipo procurábamos ocuparnos de otras cosas. Nos íbamos, por ejemplo, al casco urbano de la ciudad, y como era de ladrillo, allí las casas no medían medio metro de alto, si no que sólo presentaban rajaduras y cristales rotos. Ese era nuestro refugio, circular bajo el amparo de la luz, aunque sea sólo en algunas pocas calles. Luego, si queríamos o podíamos, nos metíamos de nuevo en la boca del lobo.
Porque la oscuridad también significa silencio. A veces, avanzábamos en la camioneta convirtiéndonos en la única fuente de luz en cientos de metros con sus faros encendidos. Llegábamos a los callejones de la periferia de la ciudad (recuerden, Ica no se calló, pero lo pueblitos de afuera sí) ya veces nos cruzábamos con una patrulla del Ejército caminando entre las sombras, o despertábamos, con el ruido del motor, a alguien que antes de las nueve, ya dormía para despertarse a las seis con el solo sobre su cabeza alumbrándolo.
Es por eso que me maravillé al regresar a Lima. Aquí es como si nada hubiese pasado. La gente reía, caminaba y seguía con su vida; allí descubrí -frase posera aparte- que la luz es vida.
A lo que iba, es que justamente el estar en Lima, y los contrastes con la destrucción allá (y eso que llegué a los 5 días, y no a Pisco) me hícieron ver la ciudad de manera diferente. Veamos. Con anterioridad, sólo había escuchado comentarios similares de personas que habían estado presas y luego se maravillaban de pequeños detalles. A mí me pasó lo mismo. Me refiero, y fue lo que me llamó más la atención, a salir de noche a una ciudad con luz. Y créanme, luz, igual que agua, significa vida.
La luz significa que hay parejas tomando café en una terraza en la calle, que los semáforos ordenan el tránsito, que los autos no són sólo monstruos ruidosos con dos bolas amarillas en la noche. Todo eso significa la luz ahora. Signific que hay ruido en las calles, alegría, la certeza -falsa- de que nada malo te podrá pasar ni que el mundo se te vendrá encima en cualquier momento, o más concretamente, no se abrirá a tus pies.
La primera impresión que me llevé del terremoto, no fue ver casas deshechas o gente durmiendo en las calles. Fue llegar al aeropuerto militar (donde me esperaba Lore para ser relevada) y ver que Pisco era un hoyo. Desde el cielo, sólo se adivinaba una negrura infinita a las nueve de la noche, salpicado por algunos puntitos naranjas, allí donde había un grupo electrógeno, trabajaba una cuadrilla de rescate, o enfocaba la lamparita de un camarógrafo.
En Ica, pese a que trabajaba casi siempre de día, cuando se iba el sol, la ciudad tomaba un cariz diferente, y con el equipo procurábamos ocuparnos de otras cosas. Nos íbamos, por ejemplo, al casco urbano de la ciudad, y como era de ladrillo, allí las casas no medían medio metro de alto, si no que sólo presentaban rajaduras y cristales rotos. Ese era nuestro refugio, circular bajo el amparo de la luz, aunque sea sólo en algunas pocas calles. Luego, si queríamos o podíamos, nos metíamos de nuevo en la boca del lobo.
Porque la oscuridad también significa silencio. A veces, avanzábamos en la camioneta convirtiéndonos en la única fuente de luz en cientos de metros con sus faros encendidos. Llegábamos a los callejones de la periferia de la ciudad (recuerden, Ica no se calló, pero lo pueblitos de afuera sí) ya veces nos cruzábamos con una patrulla del Ejército caminando entre las sombras, o despertábamos, con el ruido del motor, a alguien que antes de las nueve, ya dormía para despertarse a las seis con el solo sobre su cabeza alumbrándolo.
Es por eso que me maravillé al regresar a Lima. Aquí es como si nada hubiese pasado. La gente reía, caminaba y seguía con su vida; allí descubrí -frase posera aparte- que la luz es vida.
5 Comments:
Yo solo se que te amo y verte esos pocos minutos en la base de Pisco hicieron que toda mi estancia entre tanto dolor ya no fuera tan terrible
Bueno, esa sensación fue de muchos, mi estimado, sin embargo, mientras narrabas tu ingreso a Lima, me sentí estando a tu lado viendo las luces de nuestra Lima.
estando... creo q ese gerundio está hasta el culo, no? Chess
Sólo te mando un abrazo desde aquí, donde todo lo que cuentas es sólo una historia lejana, un cuento de terror que sólo recordarmos los peruanos. En cambio tú lo has visto con tus ojos. Quisiera estar más cerca de mi país a veces.
Saludos.
Lore, Pisco siempre será Pisco para nosotros.
Lucho, vi tus fotos en primera plana, qué te puedo decir, hay cosas que nos acompañarán siempre, incluso cuando ya nos hayamos ido hace mucho. El verbo está bien conjugado, no te preocupes.
Sol, graciar por la buena onda. A veces nuestro trabajo es acercarle el país a la gente.
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