No sabe no opina

Nombre: Gastón
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

miércoles, 27 de febrero de 2008

Una conversación a media noche

Y en la curva de los años me encontré
con los muchachos con los que solía jugar;
con los que senderos de estrellas caminé,
cuando el horizonte era un atajo sobre el mar.
Y recobramos las memorias con café,
y nos tratamos aún de tú, y no de usted,
y reafirmamos la lección que el tiempo da:
que cuando hay vida, ¡siempre hay posibilidad!

Ruben Blades, Como Nosotros.

Tenía este post pendiente de hace unos días. Y sí pues, debería escribir algo por mi mismo, así qie aquí va. Esta es la historia del reencuentro con mis viejos compañeros de colegio. Y digo reencuentro y viejos, primero, porque si bien nos vemos seguido, pocas veces tenemos la oportunidad de hacerlo a solas, manteniendo los patrones de conducta de hace 15 o 20 años, cuando estábamos aún en el colegio. Por eso lo de viejos.

Sacando la cuenta, la última vez que nos reunimos, fue aquella en la que nos fuimos al Superba a tomar unas cervezas y comer chicharrones de pollo, con el susto agregado de ver en la mesa del costado a 3 fulanos iguales a nosotros, pero como de 70 años, algo que puse por aquí alguna vez allá por el invierno de 2006. El tema es que esta vez ya todos habíamos cruzado la barrera de los 30 años, y allí estábamos, intentando combinar nuestros recuerdos de infancia ochentera, con la realidad que nos alcanzaba.

Fue así que decidimos ir, por petición de M a La Romana, aquella vieja pizería a donde nuestros padres solían llevarnos cada vez que había entrega de libretas. Y como las costumbres no cambian, pues pedimos chicharrones de pollo, sangría, lasagna y pizza. All{i fue que cada uno empezó a hablar de su vida.

Y nos dimos cuenta de lo que estaba cambiando en nosotros. Mientras yo les explicaba los detalles de mi última visita al gastroenterólogo, que me dio la bienvendia al maravilloso mundo de la gastritis y el colón irritable -es que reniegas mucho, Chato, me decía M, mientras el polaco matizaba que siempre creyó que yo era un tanto neurótico- el propio polaco nos daba detalles de su última gran obra. Se casaba.

He pensado en hacerlos a ambos testigos de mi boda, nos explicaba mientras apuraba su gaseosa, porque es abstemio y aburrido, -y si tieness gastritis, deja de tomar sangría entonces, huevas, finalizaba. Así que mientras M apuraba su lasagna y pasaba al rápido asalto de nuestr pizza, el polaco nos fue explicando lo complicado que es la vida previa al casorio. Lo que debe hacer, los detalles dekl crédito hipotecario que tiene, y que es lo que espera de su vida a futuro con una mujer con la que planea casarse para siempre.

No había panqueques. Nos fuimos a La Baguette, estaba cerrado. M manejaba poniendo en su equipo la banda sonora creo que de Sailor Moon -a veces no terminamos de crecer- mientras dicutíamos sobre cuáles eran los dibujos animados que marcaron nuestra infancia. Oye, pero con este calor, vamos a LarcoMar a ver qué hay de postres, les sugería mientras atendía a la novia por el teléfono.

Ha llamado varias veces, no? apuntaban mis compadres, así que el tema volvió a donde lo había dejado el polaco, sobre las mujeres con las que uno está dispuesto a pasar el resto de la vida, mientras ambos observaban el aro de plata que llevo en el anular, similar al que ya le habían visto a ella. O sea, Chato, que lo tuyo va por el mismo camino, se interesó M. Claro, pues, eso lo tengo claro. Lo que es yo, decía el Polaco, la mía ha amenazado con hacer batida en mi ropa antes de mudarnos, y no creo que ni la mitad llegue al depa que hemos comprado cerca al malecón. Puuuta cholo, qué va a llegar, si tienes las mismas zapatillas de cuando hacíamos educación física todavía metidas en tu ropero, jajaja. Y yo pensaba que sólo a mí me hacían esa amenaza, les decía, pero ya ven, todos sufrimos de lo mismo.

Ya estábamos sentados en una mesa al aire libre, con el olor a mar. Era miércoles y pasada la media noche apenas quedaban personas en las barandas con vista al mar, mientras algunos chiquillos que jugaban a adultos daban vueltas a las últimas mocosas minifalfderas que no se animabas a irse a casa. Míralos, se ve que no la tienen clara. Qué la van a tener, pues, si no llegan ni a 15 años. Tú la tenías? Sí, nosotros tenemos el doble y recién nos animamos a decir hasta aquí nomás, con esta señorita me caso yo.

Nos interesamos por M, que seguía callado. Nos conocemos hace 25 años, lo suyo no andaba bien. Ya el polaco y yo habíamos tenido una conversación al respecto. Sobre lo que pensabamos de él, de ella, de ambos. Lo que vimos y veíamos. Se le repetimos, punto por punto. M nos escuchaba. Completó algunos vacíos, se abrió, empezó a explicar en ese lenguaje suyo tan pausado y elegante lo que a ambos les pasaba. Citó ejemplos, amigos en común, reuniones en las que habíamos estado todos. Peleas, desencuentros, llamadas, ausencias. Y nos habia estado escuchando todo ese rato, entre mi gastritis y el matrimonio del polaco. Entre mi aro de plata y su nueva condición de testigo nupcial. Y celebraba y reía. Pagó la cuenta y dijo, por el gusto de estar con ustedes muchachos. Déja ahí carajo, pago yo, y la próxima tu invitas los helados.

Porque va a haber una próxima, si señor. Porque a veces, cuando pasan los años, unos aprendemos que es bueno abrir la boca y hablar, y decir lo que tengamos que decir así no sean las frases amistosas de toda la vida, o sintamos que nos arrojan repentinamente al mundo de los adultos donde durante años nos mantivimos agazapados. Porque a veces es bueno estar callado y asentir, y dejar que los otros hablen y veas que te enteras de cosas que no sabías que sabías. Y te da rabia ver que ellos sabían, y te da rabia ver que no eras sólo tu. Y te da rabia saber que no es de tu incumbencia así quisieras.

De eso hace más de unas semanas, y no hemos vuelto a hablar.

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jueves, 21 de febrero de 2008

En el mes del amor...

Estoy de vacaciones, pero no he perdido el buen humor... Sólo el control remoto de mi DVD.

Me mandaron esto y decidí compartirlo. Prometo escribir "yo mismo" algo, pronto.

Cristóbal Colón pudo descubrir América sólo por que ERA SOLTERO


Imagina si Cristóbal Colón, hubiese tenido una esposa:
- ¿Y por qué tienes que ir tú?
- ¡No vas a ver a tu mamá y vas a ir a ver a las Indias!
- ¿Y por qué no mandan a otro?
- ¡Todo lo ves redondo! ¿Estás loco o eres idiota?
- ¡No conoces ni a mi familia y vas a descubrir el nuevo mundo!
- ¿Qué escondes? ¡Ni siquiera sabes a dónde vas!
- ¿Y sólo van a viajar hombres? ¿Quién te lo va a creer?
- ¿Y por qué no puedo ir yo si tú eres el jefe?
- ¿Sólo hombres? ¡Serán una tira de maricones!
- ¡Desgraciado, ya no sabes que inventar para estar fuera de casa!
- ¡Si cruzas esa puerta yo me voy con mi mami! ¡Sinvergüenza!
- ¿Y quién es esa tal María? ¿Qué Pinta? ¡Y la muy cojuda se hace la Santa!
- ¿Y dices que es una Niña?... ¡vete a la mierda!
- ¡Todo lo tenías planeado maldito! Vas a encontrarte con indias calatas.
- ¡A mí me vas engañar! ¡Habla huevón!
- ¿Que la Reina va a vender sus joyas para que viajes?
- ¿Me creeeees cojuda, o queeeeé?
- ¡Qué tienes con esa vieja!
- ¡No permitiré que vayas a ningún lado!
- No va a pasar nada si el mundo sigue plano ¡Acuéstate nomás!.