No sabe no opina

Nombre: Gastón
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Memoria rígida

Estos días de desvelo y poco sueño, me han tenido alejado del teclado, en parte por el poquísimo tiempo que me queda para hacerlos, como también, porque mi buena computadora decidió decir hasta aquí llegamos juntos, compadre.

La cosa parece tener arreglo, así que muicho tampoco me mortifico, que mal que bien puedo hacer algunas de las cosas que necesito desde la Pc de mi oficina u otras dependencias donde me lleve el viento, salvo algunas comunicaciones recientes y urgentes que no he podido confirmar, aunque los rumores ya me hayan alcanzado de lleno. En fin.

La cosa es que mi desconsuelo no es tanto, porque sé que lo de mi PC tiene arreglo. Pero, recuerdan a la HP, esa que tocaba música bajito. Pues se murió. Esa sí dijo gracias por todo y sus 40 gigas de almacenamiento se fueron al traste. Como era de suponerse, su rubia dueña está desolada y es que dense cuenta de la magnitud del naufragio. Y lo comento, para que ya mismo, tomen medidas correctivas para no atravesar una situación traumática de ese tipo.

Todas sus fotos digitales desaparecieron, salvo las 18 que quedan en su HI5. Perdiò hasta el ùltimo de sus trabajos universitarios, sus cientos de canciones, incluyendo unas de regetón que jamàs pensé que alguien pudiera escribir. Pero lo que a ambos más nos duele es la pérdida de su poesía. Tuve la oportunidad de acercarme una vez a la carne viva impresa en letras que era uno de sus escritos, y siento que aquellos 80 folios no podrán conmover a nadie nunca más.

Se han puesto a pensar qué es lo más valioso que guardan sus discos duros. Cuántos recuerdos, buenos, malos, de orgullo, de miseria, se guardan en esas cajas color plata? Piénsenlo, porque hay cosas, como el robo de la memoria, que son irrecuperables.

Bienaventurados los que están a tiempo.

martes, 21 de noviembre de 2006

Siempre en domingo

El viernes tuvimos nuestra última reunión de coordinación. Reporteros y camarógrafos con todos los productores. La patria espera que cumplan con su deber, y desde las pirámides, 3 mil años de historia os contemplan, así que armas a discreción y paso de vencedores.

Ni hablar, recibimos nuestros equipos como quien sale de patrulla, y a esperar a que llegue el domingo. Cuatro de la mañana, afeitado, peinado y con una corbata de repuesto, listo para empezar. Lore y yo llegamos antes de las cinco al canal, allí la China ya nos esperaba junto con el desayuno. Lima aún no despertaba, pero el edificio era todo actividad. Me recordaba -siempre asocio estas cosas a películas de guerra- a los preparativos en los portaaviones japoneses, de madrugada, que parten a Pearl Harbor.

El café humea en los vasos descartables, mientras repasamos los últimos documentos que tenemos, el recorrido de cada candidato, sus hojas de vida, la agenda del día. Los camarógrafos y los asistentes corren con baterías, micros, cargan trípodes en sus fundas, comprueban el estado de sus cables. Las camionetas empiezan a amontonarse en la puerta. Huele a mar y algunos pajaritos cantan. Se inicia la hora azul.

Vayan saliendo. Suerte. Buena suerte. Suerte compadre. Que te vaya bien. Cuidate. Te voy a estar viendo. LLámame al nextel. Enciende tu RPM, carguen baterías. Al agua los botes, preparen el desembarco.

En el punto, las antenas de microondas se erizaban por todos lados. Miles de metros de cable cruzan de un lado para otro. Estamos todos. Cámara uno, conmigo; dos, vete a las aulas. Cámara tres, patrullas suelta entre los dos puntos. Comprobamos el retorno de nuestros audífonos, conectamos los teléfonos a la red; los micros en una mano, los televisores mini en la otra.

Estoy peinado, la corbata derecha? Un despacho. Sale, otro, vamos. Aló, sí. Hola, qué tal. Alguien tiene más pilas? Corre, entra, sal, jala, grita, suda, sonríe, escribe. Votación. El caos, las preguntas. La resaca después de la tormenta. Se acabó todo por aquí, y no son ni las doce del día. Vámonos a votar. Una acreditación pequeña y especial nos hace saltar la cola directamente hasta el primero. Salimos.

Pollo con papas en el almuerzo. Hace calor, comemos dentro de la camioneta, junto a las cajas de las microondas. Nos podemos sentar después de demasiadas horas. Duermo de pie, el saco colgado en un trípode. Camisa sucia. Alguien traígame una. Los lentes se parten en pedacitos. Muchos mensajes inundan mi teléfono. Yo también.

Más entrevistas, más despachos. El tío que no llega. Tengo sueño. He dormido apenas 4 horas. Llego al canal, me reporto. Me voy. Necesito descansar. Estoy agotado. Más tarde tuve un sueño maravilloso, una pequeña epifanía.

lunes, 20 de noviembre de 2006

A 16 dias. A 6 noches

Si se los contara, no me lo creerían. Es más, la pregunta 40 del Meme, por unos días, ajusta apretadamente a la realidad. En fin, que ella me pasó esta canción, y me calló la boca, y como cumplo lo que prometo, aquí esta. Por si acaso, es de GianMarco.


Otro día nuevo
no ando preocupado si esta frío el viento
o si llueve en el norte
otro día mas como esos
que se escapan de la brújula en la noche.

Tan desprevenido
me cambiaste el clima y no era primavera
se me apareció Cupido,
no era temporada de una compañera.

No, no te avisa
la flecha del amor no avisa
te confunde el corazón
y con el pecho abierto
nunca cicatriza.

No te avisa,
la flecha del amor no avisa,
es la causa y el efecto
te pone serio y también te da risa

Otro día nuevo
no ando preocupado si es fin de semana
o si me voy de viaje,
otro día mas como esos
que se escapan con los sueños de equipaje

Tan desprevenido me atrapó
tu boca sin saber quién eras
se me apareció Cupido,
no era temporada de una compañera.



Así es, uno tan tranquilo comiéndose un pan con chorizo en casa de mi compadre, y de repente, Cataplúm.

Pequeña epifanía

Alguna vez han tenido la impresión de que están viviendo como alguna vez creyeron que sería sólo un Sueño. Sucedió ayer, súbitamente, casi un pensamiento que me asaltó recién llegado de la nada, que acabé diciendo en voz alta al terminar la tarde.

En esto consiste la felicidad, mencioné. En qué, en poder descansar un rato boca arriba, aventuró la China. Y, sí, pero no me refiero a eso excatamente. No lo ven, miren lo que tenemos; acabo de darme cuenta de que esto es lo que siempre esperé tener. Lore pareció interesarse en el asunto. Estamos agotados por un día que empezó a las 4 de la mañana, está bien, pero esta es la recompensa, esta para mí, es la felicidad.

Seguía echado en la cama, boca arriba, la tele encendida y la música sonando bajito en la HP. Sí, la felicidad, es vivir lo que siempre, de niño, pensaste que iba a ser tu futuro. Culminar un día importante, en la práctica de lo que más que tu profesión, ha sido tu vocación; compartir con la gente que quieres las impresiones del día, ver tu propio trabajo reflejado en la tevé -que al fin y al cabo es tu trabajo- junto con algunos de tus mejores amigos, boca arriba. Saber que está bien, que todo valió la pena, que ahora llega el momento de sentir que esto es lo que siempre quisiste.

De niño lo imaginaba así. Estar en el corazón mismo de mi trabajo, informando en medio de la vorágine, regresar a casa cansado pero satisfecho, que me espere una mujer inteligente, hermosa; mis grandes amigos. Compartir la mesa los cuatro -Martín llegó minutos después-, riendo todos, con la vista nocturna de la ciudad desde la terraza. Hacer planes para el futuro, proyectos, ideas, simples locuras de hora del postre.

Al final, volví a pensar. Esa es la felicidad. Descubrir que vives dentro de tu sueño.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Lo nuevo

Hola, llamaba de Sermis (hay que proteger el anonimato, bro) para comprobar si este es el nuevo nùmero de Gastón. Pues sì, y tu quièn eres? Habla, sí, recibiste el mensaje, sí pues. Tengo novedades.

Tras muuuchos meses, luego de que me robaran mi telèfono, siempre sospechè de que era algien conocido, que se robò media vida mìa en esa maleta, pero qué le vamos a hacer, pude finalmente conseguir un nuevo teléfono. Todo este tiempo me las estuve arreglando con mi vieo y maltratdo Nextel, rayado, con la antena rota, una pantalla verde fosforescente, en fin, una làstima, pero fiel, fiel allì, que evitó que quedara incomunicado por varios meses. Y finalmente, vino el cambio.

Deberían verlo, es una maravilla. Puedo presumir? Sí? Ok, el aparatito en cuestión es todo lo que había estado buscando. Un prodigio de la madre naturaleza tecnológica que llena hasta necesidades que no sabía que tenía. Cámarita, pantalla de 16 millones de colores, grabador de voz, grabadora de video, radio AM/FM, sistema BlueTooth, MP3 de un giga y un largo etcétera. Es elegante, con clase, y en fin, se siente bien solo de tenerlo y saber que está allí.

Qué más puedo decir, no sé, tendrían que verlo. Es lo máximo, como diseñado directamente para mí.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Mis heroínas de papel

La discusión la hemos tenido varias veces. Qué mujeres te han cautivado de algún libro que hayas leído. En nuesttro caso la respuesta es algo complicada, porque mucho material, al menos del universalmente conocido, no hay para escoger, como si lo tienen las chicas con los héroes y antihéroes masculinos, que pueden ir de Lestat a Rett Buttler.

El tema es que dándole vueltasl al asunto, logré el otro día juntar un puñado de esas mujeres maravillosas con las que uno quisiera sentarse a conversar un rato largo, como la Cucuchi darling, de Julius, o la estupenda condesa Macarena Bruner, vestida de jean, blusa blanca y collar de perlas en una tasca sevillana.

Mujeres escapadas de la ficción fantástica y la no tanto. De las fantásticas, me quedo definitivamente (eso lo saben mis amigos) con Laurana, princesa elfa, desheredada por su padre que la llamò bastarda amante de hombres, convertida en general de la Alianza en la guerra de la Lanza. Una chiquilla que en un año paso de ser la niña mimada de la corte, a líder de una coaliciòn de naciones, movida por el odio, el amor, el miedo y el valor. Sabedora de que no siempre ganan los buenos; total, del otro lado se encontraba la Dama Azul -y su dragón-, la nueva amante del hombre por quien lo dejó y perdió todo.

Quièn màs. Teresa Mendoza, claro, la Reina del Sur. Pasó de ser la noviecita de un narco de tercera, violada por los sicarios de su ex patrón en la página 10, a la cabeza de una poderosa mafia ruso-española-mexico-ìtalo-colombiana en la página 500.

Hasta Sophie, la francesita especialista en criptología en El Código Da Vinci tiene lo suyo, aunque para su (mi) mala suerte, sea siempre la compañera del protagonista, al menos hasta cinco pàginas antes del final. Es decir, no era "sólo" la compañera.

Me gustan las heroínas de armas tomar. Resultan para mí más interesantes las que prefieren saltar al abordaje con un cuchillo entre los dientes, que las que se quedan en la orilla agitando el pañuelo a su marinero de luces y espalda morena. Debe ser porque además de amantes, uno siente que puede ser amigo, compañero y cómplice de tales mujeres, y eso, se mire por donde se mire, resulta muy atractivo.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

La vida esférica

A veces, la vida te termina sorprendiendo. No tenìa tiempo de escribir, porque la vida (sí, esa que te termina sorprendiendo... oh, deja vu) me tuvo de aquì para allá, pero en fin, aquí regreso de nuevo, a dique seco, como dicen los marinos.

Y en eso, casualidades, justo cae en mis manos un libro sobre aventuras marinas. Yayaya, de una vez les digo, sí, es de Pérez-Reverte. La Carta Esférica, un libro que compre hace mucho y que descubrí abandonado en una mochila de hace mucho, con las hojas amarillas. Anda, que nunca leí este, pensé. Bueno, los libros son buena compañìa, y como me pasaba con Fito Páez, a veces uno encuentra en una canción, en un libro, un reflejo, una respuesta, una observación precisa al momento.

«Si buscas bien todo puede encontrarse en los libros»
«Siempre leíste demasiados libros... eso no podía traer nada bueno»

Hum, este libro me resultó respondón.

«Pronto las estrellas brillarán inútilmente sobre el mar porque los hombres ya no las necesitan para buscar su camino»

Ah, ok, ya vamos mejorando. Sí, me gusta viajar y encontrarme con gente, los amigos en lugares insospechados.

«Siempre hay un tonto que pierde. Y si miras alrededor y no ves ninguno, es que el tonto eres tú»

Mira tú. Y me lo dice así, el muy descarado. A mí que gasté mimplatita en él. Pero suele ser así, a veces se gana, a veces se pierde, y otras se empata. Y así vamos llegando a una frase, que ya del saque, me la han (des)calificado de machista. A mí, particularmente, me parece que refleja la complejidad del ser humano, misoginias aparte.

«La mujer es el único ser que no puede definirse con dos oraciones consecutivas»

Y así, sin más preámbulos. Un párrafo que me pareció que podía compartir, y que dio origen a toda esta vuelta de tuercas. Enumarar nombres a 11 meses del 2006 sería ocioso, injusto, indiscreto y poco caballeroso. Además, hay cosas que sobrepasan los XX y los XY, y si quieren empezar a pensar por pensar, pues que me refiero a la amistad, la cercanìa, los lazos afectivos de diversa índole. Pero a lo que iba, me gustó este punto de vista de un marino cansado, cuando aparece una mujer ni muy hermosa, ni muy inteligente, pero que podía resumirse en eso, en una mujer. Que igual un día una chica va y describe a un hombre desde su punto de vista y le sale algo parecido. En fin, me parece un monólogo a la admiración de un mundo de hombres a quienes sin serlo, se vieron, se ven, metidos en el. Y salen.

La vida de los hombres gira siempre en torno a una sola mujer: aquella donde se resumen todas las mujeres del mundo, vértice de todos los misterios y clave de todas las respuestas. La que maneja el silencio como nadie, tal vez porque ése es un lenguaje que habla a la perfección desde hace siglos. La que posee lucidez sabia de mañanas luminosas, atardeceres rojos y mares azul cobalto, templada de estoicismo, tristeza infinita y fatiga para las que no basta una sola existencia. Era necesario, además y sobre todo, ser hembra, mujer, para mirar con semejante mezcla de hastío, sabiduría y cansancio. Para disponer de aquella penetración aguda como una hoja de acero imposible de aprender o imitar, nacida de una larga memoria genética de vidas innumerables, viajando como botín en la cala de naves cóncavas y negras, con los muslos ensangrentados entre ruinas humeantes y cadáveres, tejiendo y destejiendo tapices durante innumerables inviernos, pariendo hombres para nuevas Troyas y aguardando el retorno de héroes exhaustos; de Dioses con pies de barro a los que a veces amaba, a menudo temía y casi siempre, tarde o temprano, despreciaba.