No sabe no opina

Nombre: Gastón
Ubicación: Miraflores, Lima, Peru

domingo, 30 de enero de 2005

Nosotros conjugados

Yo soy racista
Tú eres racista
El es racista
Nosotros somos racistas
Ustedes son racistas
Ellos son racistas

Si nadie lo había descubierto aún prendan la tele o abran su ventana.

jueves, 27 de enero de 2005

Camisa de fuerza

Es increíble lo cierto que puede resultar eso de el hábito SI hace al monje.
Tenía un compromiso después del trabajo, en donde gracias a Dios puedo ir a trabajar sin terno (al menos hasta el martes que regreso a la corbata). La cosa es que no se me ocurrió mejor idea que saquear el ropero de mi padre y tomar una de sus camisas buenas. Y no me refiero a nada fuera de lo común ni una cosa de seda. Una simple y llana Dockers que aunque si está ligeramente cara en las tiendas, tampoco es nada del otro mundo.
La cosa es que en la calle te trata la gente diferente por el "cómo te ves". Me ofrecieron afiliarme dos veces a Ripley y Saga y en el colmo los dos taxistas que usé ese día me dijeron "patrón" (se habrán puesto de acuerdo), además de cobrarme más de lo que suelen por esa misma distancia.
Me parece que incluso la gente desconocida se hace más amable y solícita, incluso hasta sobona con alguien con signos de riqueza externa que en mi caso se refería a una triste camisa. Ni reloj, ni zapatos ni pantalón.
Ahora imaginemos los aires que le darán en la cabeza los que de verdad detetnan el poder y sobre todo a los que les cayó de golpe: Los congresistas.
Virgen Santa. Qué hemos hecho.

sábado, 22 de enero de 2005

Fútbol de cancha a cancha

Cosa rara en mí, me animé a hacer algo de deporte con la gente de la oficina, y descubrí varias cosas. La primera como es obvio, es que me faltaba aire como loco. La segunda, nada te une con los desconocidos de tu trabajo tanto como sudar juntos. Pero por separado, por si acaso.
Juego de Sur a Norte:
Ahhh, esto es vida. Salir del trabajo sábado a media tarde, ponerme zapatillas y salir a la pichanga con la gente. Nada como un partido en el malecón, con el aire salino en los pulmones y el mar a un paso de la cancha. Te haces pataza de la gente en un toque. La cancha está bien bacán. Nada de trago, todos llevan su agua, nos echamos en la cabeza y seguimos corriendo. Buen partido. Corrimos duro, sudamos, estirmos músculo y de paso nos reimos de lo malos que pueden ser 12 tipos en una cancha. Cómo dijo Borges? 11 monos tras un balón. Salíamos jugando y tocando como los buenos y en el mejor de los casos le pegámaos al arco.
De hecho se tiene que reptir.

Juego de Norte a Sur:
Me muero, puta madre. Cómo es posible que a los 3 minutos de entrar en la cancha ya esté pidiendo tapar. Me he qudado sin aire, sin piernas, sin físico. Me duele hasta el pelo. Por andar pensando en poner estas vainas en el blog me acaban de zampar un gol. Igual ni podía llegar hasta donde pasó rodando la pelota. Las piernas no me respoden, pero parece que no soy el único; el arco se vuelve el puesto más deseado porque te la puedes pasar paradito. Es una locura jugar en una cancha de césped a sólo 6 por lado. Qué no hay una ambulancia cerca? Y cómo que falta media hora para devolver la cancha? Ya nos queremos ir: Coño!, cómo hacemos para fallar tantas veces frente al arco, si su arquero está igual de reventado que nosotros. Ya ni corro desde que a la primera nomás me barrí y me raspé la pierna. Qué salado. Cómo hace el aire para no entrar a mis pulmones.
En fin, ya me cansé de escribir. Me voy a quejarme a mi cama.

jueves, 20 de enero de 2005

El arturo y el post de la guerra

Antes que nada, tomé este artículo de una página web pública. La intención de poner este post es porque ya que mencioné a Arturo, será bueno que si alguien lee este blog sepa quién es. Si hay líos, lo quito.

Por cierto, Arturo ganó un premio con este artículo que me parece inspirador (si no te gusta la palabra, demándame. No, tú no, pues)

UNA VENTANA HACIA LA GUERRA
Por Arturo Pérez-Reverte/ Mayo 2003 , galardonado el día 1 de abril de 2004 con el XXIX Premio González-Ruano de Periodismo por este artículo publicado en el suplemento dominical EL SEMANAL.
Tomado de
http://www.capitanalatriste.com/
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Murieron en Iraq hace unas semanas. No sé si cuando esto se publique habrá alguno más. En cualquier caso, españoles o no, seguirán muriendo; en ésta o en la siguiente guerra. Eso nada tiene que ver con la ingenuidad de quienes sueñan con un mundo perfecto, ni con la obscena demagogia de quienes convierten en votos cada niño quemado y cada muerte. Ninguna guerra es la última, porque el ser humano es un perfecto canalla. Y para contar lo más brutal de esa infame condición humana, seguirán muriendo periodistas. No conocía a Julio Anguita Parrado ni a José Couso. Eran jóvenes, y yo me jubilé después de los Balcanes; donde, por cierto, enterramos a cincuenta y seis colegas. No sé qué llevó a Julio y José hasta el misil o la granada que los mató, aunque puedo imaginarlo. En cuanto a por qué murieron, debo decir lo que creo: que murieron porque querían estar allí. Fueron voluntarios a un lugar peligroso, y el padre de Julio Anguita lo resumió con una entereza admirable: "Mi hijo murió cumpliendo con su deber". Punto. Hacían un trabajo duro, y salió su número. En la lotería donde se combinan el azar y las leyes de la balística, les tocó a ellos. Suma y sigue. El resto es demagogia y literatura. Por qué estaban allí, supongo que es la pregunta. Por qué cerca de la línea de fuego, como Julio, o filmando asomado a una ventana en plena batalla, como José. No por dinero, desde luego. Ni por amor desaforado a la información y a la verdad. Tampoco, como he oído decir estos días, por amor a la humanidad, para detener con su testimonio las guerras. La milonga del periodista buen samaritano es una tontería. Ni siquiera Miguel Gil Moreno, a quien han estado a punto de beatificar desde que cascó en Sierra Leona, iba por eso. Uno ayuda, claro. Lo hace cuando puede. Incluso a veces piensa que su trabajo puede cambiar algo. Pero de ahí a que un reportero sea un filántropo, media un abismo. En veintiún años de oficio no encontré ninguno así. Al contrario. Nunca conocí a un reportero que al sonar el primer cañonazo no sintiera la excitación, el hormigueo, de quien empieza una aventura peligrosa y fascinante. Luego vienen los años, la reflexión y la experiencia. Te asustas y no vuelves; lo sigues, y te matan o te haces una reputación. Mientras, en tu corazón cambian algunas cosa. Descubres responsabilidades y remordimiento Pero eso ocurre después. Digan lo que diga quienes no tienen ni idea del asunto, lo que lleva a un periodista a sus primeros campos de batalla es poder decir: estuve allí. Pasé la más dura reválida de mi perro oficio. Hablar de asesinatos particulares en una guerra donde mueren miles de personas es una incongruencia. Montar el número de la cabra en torno a la muerte de un reportero -aparte el respetable dolor de familia y amigos-, es insultar la memoria de un profesional valiente que ha hecho su oficio con impecable dignidad, pagándolo con su pellejo. Por supuesto, cuando un tanque lo mata hay que procurar reventar al cabrón del tanque, si se puede. Pero con realismo, no con retórica idiota. Un combate, una batalla, son un caos de miedo, incertidumbre y bombazos, y nadie puede esperar que la gente se comporte con humanidad o cordura. Quien se asoma a una ventar a filmar, lo sabe. Y si no lo sabe, no debería estar allí. El problema con toda esta demagogia es que al final la gente termina creyéndose eso de la guerra limitada y las bombas inteligentes, y de tanto oír tonterías a los políticos y a la prensa del corazón -que esa es otra, el periodismo basura hablando de compañeros muertos-, al final existe el riesgo de que los periodistas crean que los ejércitos son oenegés y la guerra un juego virtual con reglas y principios, y se metan allí creyendo que alguien va a garantizarles la piel o la vida, que cuando se vaya todo al carajo detendrán los combates para evacuarlos, o se pedirán responsabilidades morales y económicas al marine con fatiga de combate y gatillo fácil, o al negro que le rebane los huevos con un machete. Por eso me inquietó que el otro día un telediario anunciase que el Ministerio de Defensa español comunicaba que no garantizaba la seguridad de los periodistas españoles en Bagdad. Naturalmente. Ni el español, ni el norteamericano, ni nadie. Claro que no. Ni en Bagdad, ni en Sarajevo, ni en Saigón, ni en el saqueo de Roma, ni saliendo del caballo de madera, en Troya. Las guerras son, a ver si nos enteramos, peligrosas y putas guerras. Nos ha vuelto tan estúpidos que de semejante obviedad hacemos una noticia.



miércoles, 19 de enero de 2005

Lima 1881

Hace días que quería escribir sobre esto y no sabía cómo tomarlo. Se trata de la batalla de Lima, o como me enseñaron en el colegio, la batalla de San Juan y Miraflores, concretamente 13 y 15 de enero. Ahorita nomás. Y saben, nadie se dio ni se da cuenta. Nos estamos quedando sin memoria, y no se trata de salir bandera en mano a decir qupe se mueran estos y viva yo, que para eso ya pasaron 124 años. 124 años desde que un puñado de pobres gentes viendo que la guerra a la que se lanzaron Chile, Bolivia y Perú llegaba finalmente a Lima se plantaron a dar la cara, y como era de suponerse, un ejército veterano con 40 meses de campaña le pasó por encima a ellos y a la madre que los parió. Literalmente.
Para qué irme con rollos que suenen bonitos. Me muero por explicar qué pasó.
Al ejército peruano lo terminan de masacrar al sur, donde antes estaba la costa boliviana y el ejército chileno sube hasta Lima a cobrarse el premio. O sea, Lima, y sucedió igual que si los que ganábamos eramos los peruanos. Su versión de nuestro cholo, el roto, la fiel infantería de cualquier ejército, el de ellos o el nuestro nos cayó encima a las 6 de la mañana. Los peruanos valgan verdades pelearon a lo macho sabiendo que se jugaban no solo vida, honra y todo el discurso que seguro les metieron sus oficiales (que dicho sea de paso eran otra cosa, esos se hacían pegar un balazo en primera línea junto a sus muchachos) si no sabiendo que entre el invasor y sus casas, donde están la hermana, la hija y mamá, sólo estan ellos.
La batalla fue una carnicería de lo mal organizadas que estaban nuestras tropas. Después vino lo que nos contaron en el colegio de que quemaron y saquearon y repasaron a los heridos allí donde los pillaban. Y pensábamos, qué malos los chilenos hijos de puta, meterle candela a Barranco y Chorrillos que son tan bonitos y de paso violarse a unas 3 mil mujeres que había por allí.
Pero no es que fueran malos. Bueno, la actitud es una mierda, pero la verdad es que esa fue la costumbre de todos los ejércitos de todas las épocas. Despues vino las lecturas por mi lado y no sólo vi que los 3 bandos hicieron lo suyo (salvo Grau, que era un caballero, y eso que rescató a los náufragos luego de meterle 3 cañonazos a 20 metros de distancia al barco enemigo, imagínense el cuadro) si no que todos. Te lees el diario de un soldado de la Grande Armé de Napoleón y ves que les metían el niet tovarich por las tripas a los rusos. La guerra de Crimea fue igual. Los gringos se sacaban los ojos entre ellos después de Gettysburg y los francos/prusianos no eran unas damas a la hora de quemar aldeas.
La cosa es que sí, nos fue mal, muy mal. Se llevaron hasta los rieles del tren, pero no debemos tomar como justificación a todo lo que nos pasa el hecho de que quedáramos jodidos después de la guerra. En la universidad me mostraron cuadros donde para mi horror vi que con García la economía quedó peor que luego de que Chile se nos metiera hasta Cajamarca.
La historia no tiene moraleja ni final feliz, era sólo eso. Una recopilación de lo que fue el final de los 20 mil desgraciados que plantaroin cara a un problema para defender sus hogares y que ahora yacen enterrados debajo de LarcoMar, la calle de las Pizzas y los pubs de Barranco.
Que descansen en paz. Ellos sí se lo ganaron.

domingo, 16 de enero de 2005

Gente de siempre

Noté el otro día, como uno al hacer su rutina se encuentra con las mismas caras. En la combi, el paradero, la calle. Incluso había una señora a la que encontraba saliendo de su casa camino a mi oficina unas 3 veces por semana. Al final nos terminamos saludando cuando nos encontrábamos. No sé que tiene que ver esta historia con cualquier cosa, pero me sentí en la necesidad de contarla.
La cosa es que cuando esa gente que es ya del tipo paisaje urbano se desaparece, uno los hecha de menos. A veces me pregunto donde estará la tía que vende caramelos por mi casa.

miércoles, 12 de enero de 2005

Mis vecinos

Sigo explorando esto del blog.
Descubrí que no puedo entrar directamente desde mi página para postear, cosa que estos patas no dicen. me siento como estafado por comercial de venta por televisión. En fin, a lo que iba.
Vi que había un botón de next blog, así que le di. Tenía curiosidad de ver cómo eran los de otra gente que tamnbién está en esto, aunque no creo que por la necesidad de responder mensajitos blogeros.
Uno: Inglés; un pata depre que llora porque su chica latina lo dejó. Qué telas son los gringos para quejarse.
Dos: Inglés; una gringa que cree que publicar que esta triste y aburrida tiene mérito. Babosa.
Tres: Dos kilos de lo mismo, tambi{en en inglés.
Cuatro: Esta tiene hasta musiquita triste y petalos cayendo en la pantalla. Los gingos tienen un problema, y bien jodido con esto de la soledad.
Me dejó pensando en los vecinos blogeros que tengo y en como todos lanzan sus llamados de "soy dark y anti todo, sobre todo social", pero soy chevere porque blogueo y mis llantos te van a demostrar lo profundo que puedo ser.
Telazas. deben tener 30 y jamás fueron a un tono. O 13 y alucinan a su principe azul, a que se lessalgan los granos, o maduren. Luego crecen y se va a invadir Irak, supongo que para sentirse acompañados.

Debería ser un hola

Es la una de la mañana y quería postera un comentario en un blog que me dio risa , sin contar que ya le había prometido un garabato. Pero noo,, o sea, me tenía que registrar pa poder poner 4 cosas.
Me había salvado del HI5 y tanta mariconada y al final acabo escribiendo un blog medio dormido con una plantilla que parece sacada del Vanidades de mi vieja y sin siquiera acordarme la marrana dirección.
Ta bien, pues, la verdad es que no sé si estoy escribiendo un post, la reseña que debo poner o mi presentación. Puta mar'e (primera grosería blogera, supongo que me debería emocionar) y decía que era fácil y solo tomaba 2 minutos. Escucha blog, yo solo quería responder un maldito mensaje, manyas?
Pucha, chata, sorry, ya veré como le hago.
Les debo la presentación.
Me voy a dormir.